jueves, 12 de septiembre de 2013

Escuchar a los jóvenes


La justa preocupación de los papás y educadores no debe cerrarlos a las inquietudes de ellos
Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL, 11 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - En un programa dominical de radio que tengo, una señora me envió este mensaje: Le pido una oración por mi hijo porque ha tenido una relación muy dañina y le está costando mucho dejarla. Llevo años pidiéndole a Dios por su conversión, pero parece que Dios no me escucha. Yo me pregunto quién no escucha a quién: ¿Es Dios, es la mamá que no escucha al hijo, o éste que no toma en cuenta a su mamá? Lo más difícil en la vida es aprender a escuchar, siendo que Dios nos dio una sola boca y dos oídos.
Es frecuente quejarnos de que los jóvenes son inestables, llegan tarde, son irresponsables, no se les pueden confiar cargos, se dejan llevar por las modas y los nuevos aires del mundo, etc. No tenemos valor y tiempo para darles cariño y escucharles con paciencia y comprensión, para que nos abran su corazón.
En nuestra diócesis, preocupados por los signos de los tiempos que interpelan nuestra pastoral, dedicamos una asamblea de una semana a analizar el fenómeno juvenil, dando oportunidad a que algunos de diversos estratos nos compartieran su experiencia vital. Nos sentimos interpelados por sus cuestionamientos y retados para promover una mejor pastoral juvenil, que vemos se va fortaleciendo. Hemos dedicado otras asambleas a la familia, la pastoral de la tierra, los cambios culturales, etc.

ILUMINACION
El Papa Francisco nos recomendó en Brasil: “Ayudemos a los jóvenes, pongámosle la oreja para escuchar sus ilusiones. Necesitan ser escuchados, para escuchar sus logros, escuchar sus dificultades. Es estar sentado, escuchando quizá el mismo libreto pero con música diferente, con identidades diferentes. La paciencia de escuchar, eso se lo pido de todo corazón, en el confesionario, en la dirección espiritual, en el acompañamiento. Sepamos perder el tiempo con ellos. Sembrar cuesta y cansa, cansa muchísimo y es mucho más gratificante gozar de la cosecha, todos gozamos más  con la cosecha. Pero Jesús nos pide que sembremos en serio. No escatimemos esfuerzos en la formación de los jóvenes. Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de la fe, la alegría de ser amados personalmente por Dios, esto es muy difícil pero cuando un joven lo entiende, un joven lo siente con la unción que le da el Espíritu Santo, este ser amado personalmente por Dios, lo acompaña toda la vida después” (27-VII-2013).
En una entrevista a una emisora brasileña, expresó: “Un joven que no protesta, a mí no me gusta, porque el joven tiene la ilusión de la utopía… Un joven tiene más frescura, menos experiencia de la vida… A veces la experiencia de la vida nos frena; el joven tiene más frescura para decir sus cosas. Un joven es esencialmente un disconforme, y eso es muy lindo. Hay que escuchar a los jóvenes; hay que darles sitio de expresión y cuidarlos para que no sean manipulados. ¡Cuidado con la manipulación de los jóvenes! Al joven siempre hay que escucharlo. En una familia, un padre, una madre, que no escuchan a su hijo joven, lo aíslan, le crean tristeza en el alma y no se enriquecen ellos. Siempre hay que escucharlos y defenderlos de manipulaciones extrañas de tipo ideológico, de tipo sociológico. Escucharlos, darles lugar de escucha”.

COMPROMISOS
Padres de familia y educadores: Para no sólo lamentar que la juventud se está perdiendo, que va por malos caminos, que es incontrolable, aprendamos a escucharles con respeto, atención, paciencia y amor. No es fácil, porque se requiere serenidad y humildad, pues a veces nos reprochan fallas que no nos gusta reconocer. Algunos papás piensan que con gritos, golpes e insultos deben educar a los hijos, porque quizá ellos eso vivieron y sufrieron. Esto es contraproducente. Algunos hijos se aguantan, pero otros se rebelan y se van de casa.

Agentes de pastoral: Pongamos en práctica los compromisos que hicimos en nuestra asamblea: Fortalecer la estructura diocesana de pastoral juvenil y su respectiva área; salir a donde están ellas y ellos para escucharlos partiendo de lo que creen; dentro de la opción preferencial por los pobres, priorizar a los jóvenes; crear un plan de formación tomando en cuenta la palabra de los jóvenes.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Familias por la paz


A todas las familias

Queridísimos, 
La invitación del Papa Francisco a una jornada de oración y de ayuno por la paz en Siria y en todas las naciones afectadas por el drama de la guerra, debe ser atendida con gran seriedad y compromiso por todos nosotros.
 
Las imágenes que han dado la vuelta al mundo y las continuas trágicas noticias interpelan nuestro corazón, nuestra inteligencia, nuestra fe. Por eso os invito a acoger la propuesta del Papa y a hacer también en vuestro hogar un gesto de ayuno y oración.
 
Queridos padres, no tengáis miedo de proponer a vuestros hijos una comida austera y mínima; será motivo para explicarles lo que está sucediendo en el mundo y cómo estos hechos terribles no nos pueden dejar indiferentes. Junto a la dureza de la crónica, no olvidéis comunicarles la esperanza de la paz ofrecida por Cristo resucitado, que nos ha reconciliado con el mundo no con gestos violentos y de venganza, sino con el don de sí mismo.
 
No olvidéis invitar a los abuelos y ancianos a esta comida, hecha con poco alimento y muchas palabras; si alguno de ellos ha experimentado momentos de guerra, puede contar lo que significa vivir bajo las bombas y en la incertidumbre del mañana y cómo rezaban en esos días.
 
Y vosotros, muchachos y jóvenes, no os quejéis si el sábado no habrá mucha comida en la mesa, sino dad gracias a vuestros padres por lo que os ofrecen, pedidles explicaciones y motivos por los que vale la pena seguir viviendo en esta tierra marcada con demasiada frecuencia por luchas y violencia.
 
¡Juntos, en la mesa, para rezar! Por las familias de Siria, por los niños que mueren cada día por odio y por hambre, por los gobernantes llamados a encontrar soluciones de paz y no violentas.

La lectura de un salmo, de una página evangélica, un misterio del Rosario, oraciones espontáneas hechas en voz alta, un simple canto;
cada familia elija el modo que mejor le parezca para interceder, para ponerse en medio entre el misterio del mal que marca nuestra historia y el Dios de la paz que la sana y la salva.
 
¡Gracias!

Vincenzo Paglia
 
Presidente del Pontificio Consejo para la Familia

 
Ciudad del Vaticano, 4 septiembre 2013