En el Ángelus del domingo 26 de junio el Papa
recuerda en la Eucaristía
el corazón palpitante de la
Iglesia
Antídoto contra el
individualismo (Observatorio Romano, 03 julio 2011)
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, en Italia y en otros países, se celebra el Corpus
Christi, la fiesta de la Eucaristía, el
Sacramento del Cuerpo y la
Sangre del Señor, que él instituyó en la Última Cena y que
constituye el tesoro más precioso de la Iglesia. La Eucaristía es como el corazón
palpitante que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia: un organismo
social basado en el vínculo espiritual pero concreto con Cristo. Como afirma el
apóstol san Pablo: «Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un
solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan» (1
Co 10, 17). Sin la
Eucaristía la Iglesia sencillamente no existiría. La Eucaristía es, de
hecho, la que hace de una comunidad humana un misterio de comunión, capaz de
llevar a Dios al mundo y el mundo a Dios. El Espíritu Santo, que convierte el
pan y el vino en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, transforma también en miembros del cuerpo
de Cristo a cuantos lo reciben con fe, de forma que la Iglesia es realmente
sacramento de unidad
de los hombres con Dios y entre sí.
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