La justa preocupación de los papás y educadores no debe cerrarlos
a las inquietudes de ellos
SAN CRISTóBAL, 11 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - En un programa dominical de radio
que tengo, una señora me envió este mensaje: Le
pido una oración por mi hijo porque ha tenido una relación muy dañina y le está
costando mucho dejarla. Llevo años pidiéndole a Dios por su
conversión, pero parece que Dios no me escucha. Yo me pregunto
quién no escucha a quién: ¿Es Dios, es la mamá que no escucha al hijo, o éste
que no toma en cuenta a su mamá? Lo más difícil en la vida es aprender a
escuchar, siendo que Dios nos dio una sola boca y dos oídos.
Es frecuente quejarnos de que los jóvenes son inestables, llegan
tarde, son irresponsables, no se les pueden confiar cargos, se dejan llevar por
las modas y los nuevos aires del mundo, etc. No tenemos valor y tiempo para
darles cariño y escucharles con paciencia y comprensión, para que nos abran su
corazón.
En nuestra diócesis, preocupados por los signos de los tiempos
que interpelan nuestra pastoral, dedicamos una asamblea de una semana a
analizar el fenómeno juvenil, dando oportunidad a que algunos de diversos
estratos nos compartieran su experiencia vital. Nos sentimos interpelados por
sus cuestionamientos y retados para promover una mejor pastoral juvenil, que
vemos se va fortaleciendo. Hemos dedicado otras asambleas a la familia, la
pastoral de la tierra, los cambios culturales, etc.
ILUMINACION
El Papa Francisco nos recomendó en Brasil: “Ayudemos a los jóvenes, pongámosle
la oreja para escuchar sus ilusiones. Necesitan ser escuchados, para escuchar
sus logros, escuchar sus dificultades. Es estar sentado, escuchando
quizá el mismo libreto pero con música diferente, con identidades diferentes.
La paciencia de escuchar, eso se lo pido de todo corazón, en el confesionario,
en la dirección espiritual, en el acompañamiento. Sepamos perder el tiempo con
ellos. Sembrar cuesta y cansa, cansa muchísimo y es mucho más gratificante
gozar de la cosecha, todos gozamos más con la cosecha. Pero Jesús
nos pide que sembremos en serio. No escatimemos esfuerzos en la formación de
los jóvenes. Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de
la fe, la alegría de ser amados personalmente por Dios, esto es muy
difícil pero cuando un joven lo entiende, un joven lo siente con la unción que
le da el Espíritu Santo, este ser amado personalmente por Dios, lo acompaña
toda la vida después” (27-VII-2013).
En una entrevista a una emisora brasileña, expresó: “Un joven que no protesta, a mí no
me gusta, porque el joven tiene la ilusión de la utopía… Un joven tiene más
frescura, menos experiencia de la vida… A veces la experiencia de la vida nos
frena; el joven tiene más frescura para decir sus cosas. Un joven es
esencialmente un disconforme, y eso es muy lindo. Hay que escuchar a los
jóvenes; hay que darles sitio de expresión y cuidarlos para que no sean
manipulados. ¡Cuidado con la manipulación de los jóvenes! Al joven siempre hay
que escucharlo. En una familia, un padre, una madre, que no escuchan a su hijo
joven, lo aíslan, le crean tristeza en el alma y no se enriquecen ellos.
Siempre hay que escucharlos y defenderlos de manipulaciones extrañas de tipo
ideológico, de tipo sociológico. Escucharlos, darles lugar de escucha”.
COMPROMISOS
Padres de familia y educadores: Para no sólo lamentar que la
juventud se está perdiendo, que va por malos caminos, que es incontrolable,
aprendamos a escucharles con respeto, atención, paciencia y amor. No es fácil,
porque se requiere serenidad y humildad, pues a veces nos reprochan fallas que
no nos gusta reconocer. Algunos papás piensan que con gritos, golpes e insultos
deben educar a los hijos, porque quizá ellos eso vivieron y sufrieron. Esto es
contraproducente. Algunos hijos se aguantan, pero otros se rebelan y se van de
casa.
Agentes de pastoral: Pongamos en práctica los compromisos que
hicimos en nuestra asamblea: Fortalecer la estructura diocesana de pastoral
juvenil y su respectiva área; salir a donde están ellas y ellos para
escucharlos partiendo de lo que creen; dentro de la opción preferencial por los
pobres, priorizar a los jóvenes; crear un plan de formación tomando en cuenta
la palabra de los jóvenes.
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