jueves, 14 de junio de 2012

El estilo acogedor de la familia cristiana


Mons. Jean Laffitte: *Secretario del Consejo Pontificio para la familia
Cuando tengo ocasión de entrar en la casa de una familia, pequeños indicios me dicen que es cristiana. Muchas veces veo un crucifijo colgado en la pared y, si participo en la comida, enseguida me piden que bendiga la mesa. Sin embargo, existe otro aspecto que me choca cada vez más y por el doy gracias al Señor por la casa que visito: el estilo con el que todos los miembros de la familia interactúan entre sí y con los invitados. Esto se ve claramente en la mesa, puesto que los hijos ayudan a su madre a servir la comida o a recoger, todos intervienen en la conversación; todos están acostumbrados a escuchar cuando otro habla, aunque sea el pequeño de la casa que cuenta un hecho aparentemente banal. En este caso no se trata simplemente de buena educación. Tras estos gestos sencillos se esconde un estilo transmitido por los padres que expresa el modo de convivencia elegido, el modo de relacionarse, de ser una familia. Juan Pablo II, en la Familiaris Consortio (64) resume este estilo de familia en tres palabras: acogida, respeto y servicio que expresan el modo familiar de vivir la comunión. La familia cristiana es un lugar en el que se presta atención a los demás, donde los gestos y las palabras son importantes, donde se ofrece ayuda mutua y donde se apoya al prójimo, donde se quiere de verdad, donde el amor es simplemente la lógica que inspira y guía las decisiones concretas, también cuando se discute y no se entiende. Pero todavía hay más. Las familias hoy en día, con la ayuda del Señor, intentan vivir de este modo, viven simplemente la acogida y el respeto de los demás. En todos sus lugares de convivencia (edificio, colegio, oficina, parroquia), viven el servicio con todas las personas que encuentran, sobre todo aquellas con dificultades.

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